sábado, 24 de febrero de 2018

Instalaciones hechas a conciencia

El diseñador británico Jay Osgerby fue el curador de una muestra de instalaciones para la exhibición Collect Open, en Londres. Quedó bien claro el compromiso de sus creadores con la realidad.


Por Yamila Garab para ArquiNoticias


La muestra Collect Open se llevó a cabo el último fin de semana de febrero en la Saatchi Gallery de Londres, en el marco de la feria anual de arte decorativo artesanal Collect. El curador Jay Osgerby, socio del estudio de diseño Barber & Osgerby, admitió haber quedado sorprendido gratamente por la “seriedad de algunos de los temas que inspiraron las obras, como la contaminación de los mares, la escasez de agua potable y el medio ambiente en general". A continuación se presentan los 14 trabajos exhibidos.



Mesa

La “Mesa” de la orfebre Juliette Bigley consiste en 20 recipientes de mesa únicos que incluyen una botella de vino, una jarra y vasos hechos con una mezcla de cobre patinado, latón, alpaca y plata. Así busca transmitir la idea de una mesa al terminar una comida, con sus objetos vacíos y desordenados, pero donde continúa la "comunión ritual de la comida".



Cosecha

La documentalista devenida escultora Mella Shaw combina técnicas tradicionales y digitales para hacer objetos e instalaciones en arcilla aplicando patrones digitales a las superficies de sus objetos. Su instalación Cosecha está compuesta por cientos de peces cerámicos hechos a mano en contenedores también de cerámica que remedan al plástico y representan el impacto de la contaminación plástica en nuestros océanos y sus habitantes.



Numen

La instalación Numen, del estudio textil OMA Space, con sede en Seúl, creó la instalación de tapices a gran escala Numen, llamada así por la energía divina que se cree que anima los objetos individuales, que representan “el ciclo de la naturaleza desde el nacimiento hasta la muerte”.



Aquatopia

La artista conceptual de la orfebrería y herrería Katrin Spranger presenta su Aquatopia, compuesta de piezas de platería que incluyen restos de materiales naturales en peligro de extinción, como el petróleo crudo, la miel y el agua, para alertar sobre el consumo y la escasez de recursos. 



Mujeres Caídas

Alison Lowry, cristalera de Irlanda del Norte, utiliza para sus esculturas la técnica del pâte de verre (o pasta de vidrio) solidificada en un horno. Su instalación Mujeres Caídas utiliza este método para reproducir los uniformes carcelarios de las Lavanderías Magdalene, instituciones católicas de confinamiento en las que miles de mujeres cumplieron condena en los siglos siglo XIX y XX.



Un Círculo de Porcelana

Sue Paraskeva, diseñadora de vajilla de porcelana, ideó Un Círculo de Porcelana, instalación circular de 300 recipientes rotos o dañados y empaquetados con alambre en conjuntos circulares. Según la autora, representan la vulnerabilidad de la condición humana y a la vez su fuerza colectiva.



El Valor del Hacer

“El Valor del Hacer”, de la artista Emily Jo Gibbs, consiste en dibujos de herramientas que aluden a la “importancia social y cultural de la artesanía.



El Intersticio

El dúo de diseñadores londinense Forest + Found (Max Bainbridge y Abigail Booth) utilizan madera, pigmentos naturales y textiles para crear obras escultóricas, como vasijas y vasijas. Su instalación The Between (puede traducirse como El Intersticio) explora la manera en que los humanos interactúan con los objetos.



Tapiz

La artista irlandesa Eva Rothschild compuso un diseño de figuras geométricas que fue convertido en tapiz por West Dean Tapestry Studio. Para eso, su obra fue seleccionada entre 150 trabajos. 



Hortus Conclusus

La diseñadora y joyera londinense Donna Brennan creó la instalación Hortus Conclusus (huerto cerrado, en latín), compuesta por una serie de piezas escultóricas hechas con piedras, oro, bronce y plata, montadas sobre planchas de aluminio con imágenes impresas de motivos florales difuminados. La fusión visual entre objetos e imágenes hace referencia a la técnica japonesa del "shakkei" o "paisaje prestado", por la cual un paisaje exterior se suma visualmente al jardín o lote propio.



Tubería

La “Tubería”, de la ceramista inglesa Alison Cooke homenajea a su colega Henry Doulton y al ingeniero Joseph Bazalgette, responsables del sistema de alcantarillado victoriano de Londres. El trabajo utiliza arcilla extraída de la construcción del nuevo sistema cloacal de Londres, en referencia tanto al diseño histórico como al futuro. 



Ersilia

Hannah Robson se inspiró en un capítulo del libro Las ciudades invisibles, de Italo Calvino, en la que se habla de la ciudad ficticia Ersilia, en la que sus habitantes tendían cuerdas de colores en las esquinas a modo de telares, hasta que los tejidos terminaron por saturar el espacio público y la población se marchó.  Usando una combinación de tejido de telar y fabricación de encajes, Hannah la recreó en su instalación “Ersilia”.



Elementos

“Elementos”, de la tejedora Jilly Edwards,  de Bristol, documenta en un tapiz las emociones que ella misma experimentó cada semana durante un año, representándolas en diferentes colores y texturas en 13 secciones, cada una de las cuales representa un período de cuatro semanas.



Lo que se esconde debajo

“Lo que se esconde debajo”, del diseñador de mobiliario Jan Hendzel, con base en Londres, exhibiendo una colección de muebles y recipientes en los que, utilizando técnicas digitales y métodos tradicionales de carpintería, se intenta mostrar precisamente "lo que hay debajo de los materiales”.


MUESTRA "COLLECT OPEN"
Evento: Collect 2018 / XIV International Art Fair for Contemporary Objects
Organizador: Crafts Council
Lugar: Saatchi Gallery, Londres
Fecha: 22 al 25 de Febrero de 2018
Web: www.craftscouncil.org.uk/listings/Collect-2018 


Ubicación:

Street view:



Ilustradores premiados

El ya tradicional Premio a la ilustración latinoamericana que otorga la Universidad de Palermo abordo en su onceava edición la temática de la “Energía latina”. Los resultados se anunciaron hace pocas semanas, durante el Encuentro Latinoamericano de Diseño que organiza cada año la UP. A continuación se presentan los trabajos premiados en la edición 2017 del Premio.


Primer premio (compartido): 

“Una ecuación diferente”, de Iván Ciro Palomino (Perú)


“Los tantos otros otros”, serie de cuatro obras de María Agustina Morón (Argentina).




























Menciones del jurado:






“DRAC-Outlet”, de Eva Román (Argentina)








“El flautista”, de Josué Ricardo Juárez Cepeda Ricaju (México)











“Hotel Infierno”, de Emilio Rubione (Argentina)




“La fantástica” (tríptico), de José Rosero Navarrete (Colombia)












"Lo inminente”, de Paula González Nogueira (Argentina)











































“Nautas”, de Eileen Moloney (Venezuela)







































“Pintor de letras”, de Pablo López (Argentina)





“Raza”, de Edgar Andrés Rozo (Colombia)












“Rebeldes”, de Lautaro Pesano (Argentina)






























“Capitales”, de Adriano Almeida Gonçalves



“SRD Razas”, de Gleisson José dos Santos Cipriano (Brasil)



Premio del público:

“Ilustraciones Caperucita Roja”, María Toro (Colombia)


El jurado estuvo integrado por Poly Bernatene, dibujante e ilustrador; Jimena Díaz Ferreira, diseñadora gráfica; Jorge Gaitto, diseñador gráfico y secretario académico de la Facultad de Diseño y Comunicación de la UP; Marcelo Lo Pinto, artista visual,  profesor de la Facultad de Diseño y Comunicación de la UP y de la Escuela Nacional de Bellas Artes; Mariano Lucano, diseñador plástico y artista gráfico, fundador y codirector de Revista Barcelona; y Mónica Weiss, ilustradora, escritora y arquitecta.




Dactilografía para la era digital

El proyecto USB Typewriter reconvierte viejas máquinas de escribir en teclados para PC o tablets o cualquier otro dispositivo. Se ofrece como un kit para instalar uno mismo.

Typewriter Computer Keyboard / iPad Stand (Gold-Leaf Model)

Por Yamila Garab para ArquiNoticias


Convertir las viejas máquinas de escribir en teclados de computadora es la esencia del proyecto USB Typewriter, creado por el ingeniero electrónico Jack Zylkin de Filadelfia, Estados Unidos. La idea se le ocurrió cuando encontró una máquina de escribir Royal en la vereda, que llevó a su casa para restaurarla. “No soporto ver que las cosas se desperdicien y se tiren, especialmente un artefacto tecnológico maravilloso como este. Me sorprendió lo hermosa que era la máquina debajo del óxido y el polvo, y lo más sorprendente fue que funcionaba”, cuenta.




Entonces descubrió el placer de volver a escribir de esa forma analógica, manual y sin siquiera usar electricidad. “A diferencia de escribir en una computadora, acá no había un parpadeo frenético de una pantalla, no aparecían mensajes que distrajeran, ni sentía ningún impulso pavloviano de chequear los mails... pero la verdadera emoción era ver que con sólo teclear mis palabras quedaban impresas en tinta sobre papel real -explica Zylkin-. Cada vez que me sentaba frente a esta máquina me sentía concentrado y absorto, a pesar del ruido de las teclas y el carro. Encontré un foco interior que me hizo conectar con lo creativo y permanecer centrado y atento.”



El paso siguiente fue intervenirla y convertirla en un teclado “onda retro” para su PC, con todas las conexiones incluidas. Luego siguió con muchas más, casi todas compradas a un viejo vendedor de máquinas usadas de su ciudad, todas capaces de enchufarse a un monitor, computadora portátil, tablet o celular. O, simplemente, utilizando la memoria incorporada de la tarjeta SD para guardar el trabajo mientras se escribe en papel. Así fue perfeccionando un kit de conversión apto para funcionar en la mayoría de las máquinas de escribir.



El kit incluye un panel sensor con 44 contactos correspondientes a cada tecla, conectados a una placa de circuito que se instala debajo del teclado, de modo que al teclear se activa un contacto que es detectado por los circuitos. La barra espaciadora, la tecla Shift y la de retroceso, que no tocan el papel ni el panel sensor, son detectados magnéticamente por la computadora. Por último, un panel de control o placa de circuitos lee la información de todos los sensores, tanto magnéticos como eléctricos, y los de las teclas Ctrl y Alt que están conectadas directamente a él. Desde allí se  envía la información de qué teclas se pulsaron a la computadora, a través de un cable USB. Un detalle memorable es que la tecla Enter se activa con el retorno de carro de la máquina de escribir cada vez que se pasa manualmente a un renglón más abajo.



Por lo pronto, la USB Typewriter puede escribir en papel mientras cumple con sus nuevas funciones inteligentes, de modo que entrega una copia impresa y otra digital de cada documento. De hecho, ni siquiera necesita estar conectado a una computadora mientras escribe, ya que el documento se guarda automáticamente en el panel de control. También tiene una tecla que, cuando se mantiene presionada, accede a funciones secundarias para todas las demás, de modo que el teclado puede admitir un sinnúmero de funciones nuevas, e incluso puede adaptarse a cualquier configuración de idioma.



En lugar de patentar y producir en serie su invento, Zylkin decidió lanzar los diseños como un proyecto de código abierto para ayudar a personas de todo el mundo a rescatar máquinas de escribir. Para eso, ideó un kit de conversión “hágalo usted mismo” (DIY) fácil de instalar, que no requiere herramientas especiales ni conocimientos de la electrónica, que produce en serie y comercializa con bastante éxito. También vende máquinas de escribir ya restauradas y reconvertidas.


Desde la creación del proyecto USB Typewriter ayudó a rescatar más de mil máquinas de escribir de la obsolescencia, al tiempo que mejora constantemente el proceso de reconversión para que sea accesible al mayor número de personas posible. La Máquina de Escribir USB fue galardonada como uno de los "10 mejores accesorios para iPad" por la revista PC Magazine. Todo gracias a una máquina encontrada en una vereda.


www.usbtypewriter.com




martes, 20 de febrero de 2018

Fábrica doméstica de fertilizante

Un producto que recicla los deshechos de la cocina y fabrica con ellos fertilizante o compost para las plantas. El diseño de Viví Más Verde, ideal para hogares urbanos, obtuvo varios premios.



Las hermanas Verónica y Carolina Gheorghiu, ingeniera industrial y comunicadora social respectivamente, y socias en el emprendimiento Viví Más Verde, crearon una compostera doméstica que permite hacer compost, es decir, transformar los desechos orgánicos en fertilizante natural para la tierra. Es un proceso que ocurre espontáneamente en la naturaleza, pero ellas crearon este producto para poder hacerlo en el balcón o la terraza, “para los que vivimos en ciudades”, explican.


La compostera está hecha en polietileno a través de la técnica de rotomoldeo.

El producto se compone de un recipiente circular de 53 centímetros de diámetro apoyado sobre una base que le permite girar para mezclar y airear su contenido. Durante tres años desarrollaron distintos prototipos, pruebas y testeos, para lo cual convocaron al diseñador industrial Alejandro Albamonte y a una ingeniera agrónoma. “Analizamos cómo funciona el proceso de compostaje en la naturaleza y lo tradujimos a un producto para el balcón o espacios reducidos donde no hay tierra”, cuenta Carolina.


Deshechos que se convierten en compost.


Para obtener el compost, cada vez que se cocina se deben descartar los deshechos biodegradables en la compostera, cuidando la proporción de tres partes de húmedos (restos de café y té, yerba usada, y cáscaras de frutas y verduras) y una parte de secos como hojas de árboles, papel o cartón. 
Al depositarse los desechos, los líquidos drenan hacia la base, y así, al separar el líquido, se favorece el proceso natural.

Video: modo de uso.


Con este procedimiento se produce en dos semanas, por decantación en la base, un líquido lixiviado que se utiliza como fertilizante natural para regar las plantas del balcón. En forma paralela, al cabo de tres o cuatro meses, los residuos sólidos se transforman en más de 15 kilogramos de compost dentro del recipiente circular. 
La compostera ganó el concurso de Buenos Aires Emprende y fue distinguido por el Premio al Liderazgo Sostenible de la Cámara de Comercio Argentino Británica. Carolina explica que con este producto se aspira a generar “un cambio de hábito que consiste en no tirar toda la bolsa de basura y llegar a una mejor conexión con la naturaleza”.




www.vivimasverde.com.ar